22/2/11

Moros del golfo: el postre no siempre es lo mejor

El pasado 14 de febrero, aprovechando que la familia estaba completa, fuimos a cenar a un nuevo restaurante, abierto a penas hace unos meses en Guayaquil.

Moros del golfo, un lugar en el que usted encontrará sin duda un ambiente acogedor, con excelente distribución, en mi opinión con la iluminación precisa e incluso con la climatización necesaria. Es terrible llegar un sitio de comidas y morirse de calor y lo mismo si está muy frío, definitivamente la temperatura es un tema que sí importa en este tipo de negocios, tomando en cuenta el tiempo que solemos esperar hasta empezar a comer lo pedido.

Pues bien, llegamos y ya que habíamos reservado una mesa no hubiéramos tenido inconveniente si el lugar hubiese estado lleno, pero aún era temprano, y siendo lunes era comprensible que a las 19h30 tan solo estuvieran dos o tres mesas ocupadas. Al final decidimos cambiar de mesa, a lo cual accedieron con gusto, por nada en especial, tan solo nos gustó más el sitio donde estaba la mesa que escogimos. Y bueno, luego vino el momento de hacer el pedido, para lo que nos tomamos un tiempito en preguntar a la srta. que nos atendía, que según sé es una de las propietarias. Ella, muy amable y sonriente no supo explicar el menú de la noche y claro también pedí que me indicara el asunto del postre.

Con el menú sanvalentinesco tenía acceso a un tiramisú y a un bavaroise de fresa. Tiramisú pidió mi padre y yo no pude negarme a las fresas, pero, ¡porque me encanta el bavaroirse! Ahá, sabremos qué pasó.

Mientras esperábamos, a nuestra mesa llegaron unas empanaditas rellenas de fréjol negro, que me encantaron, nunca había probado un relleno así y en serio estuvo muy bueno, el tamaño perfecto para un piqueo. Luego de unos minutos arribaron las entradas: canastas de verde rellenas de queso, que no es que hayan estado como para chuparse los dedos, simplemente para comérselas y punto. Bien, y luego, pero muy luego, porque la espera desespera, llegaron nuestros platos. A nuestro parecer el asunto demoró más de lo esperado, pero creo que se entiende por: el tipo de comida y la fecha.

Mi plato: lomo en salsa de café con puré de papas y ensalada de vegetales. Empecemos por la salsa, que considero estuvo en su punto, equilibrado y con la consistencia ideal, que al combinarse con la carne lograban maravillar al sentido del gusto, además levantaba un aroma provocativo y a la vista no le quedaba más que desear probarlo. La ensalada también estuvo bien, los vegetales mantenían su color y textura. El puré en cambio tenía unos cuantos pedacitos de papa que no estaban del todo procesados, lo cual cambia en definitiva la idea del puré, cuyo sabor pues tampoco me mató, estaba bien y ya.

Y ahora el postre: esperamos y no llegaba, entonces cuando vimos a la srta. se lo solicitamos. En su afán tal vez de atendernos pronto, llegó con el par de postres pero los platos de comida aún no habían sido retirados, por lo que literalmente se hizo un ocho e incluso tuvimos que ayudarle. Está bien, no pasa nada, puede pasar… Lo que en definitiva no puede pasar, porque no está bien, porque es una falsa promesa, y porque, como dirían por aquí, “estás metiendo gato por liebre” creyendo que el cliente no se dará cuenta, es ofrecer bavaroise y a cambio de eso llevar una simple gelatina.

Así es: ¡Gelatina de fresa! Me sentí estafada. Ni siquiera un trocito de fruta pobre, triste y abandono, ni siquiera eso. Era una copa de gelatina fucsia con un top de gelatina espumada. Fraude.

Les pasaremos “por interno” la receta de bavaroise a los señores de los moros. Todo estuvo delicioso, pero con ese final de infarto (porque sí, casi es eso lo que me da cuando vi una gelatina en lugar bavaroise) bajaron su puntuación.

¿Falta de tiempo como para preparar bavaroise, a causa de la fecha? Okey, simple: no ofrezcas ese postre y punto. Con eso quedaban mucho mejor.


Moros de golfo.
Urdesa central, calle Diagonal 404 entre Bálsamos y Cedros.
Guayaquil, Ecuador


N.G.