16/10/12

El Gato Negro


La semana pasada, los hambrientos estuvimos de invitados en un casamiento al medio día en plena mitad de Octubre, lo cual en Buenos Aires se traduce a un sol que empieza a calentar y un viento que no deja de soplar y dar frío. Luego de despedirnos de los amigos, así como estábamos, guapos y sobretodo hambrientos, era necesario hacer una parada en algún lugar de la extensa avenida Corrientes. Estábamos cerca del Obelisco, por ende cerca de un lugar que me maravilló desde la primera vez que fui el año pasado. Así que ahí estuvimos, en: El Gato Negro.

[Créditos: buenosaires.for91days.com]

[Créditos: elhambrientolucido.blogspot.com]

Luego de caminar dos cuadras llegamos al restaurante. Eran apenas las 11am, así que entramos en el dilema que qué comer, algo que fungiera de desayuno pero que sirviera también como almuerzo…

La verdad es que nos pudo más el antojo, y por supuesto el habitual cálculo de qué conviene más, por menor valor o el mismo. Es por eso que nos decidimos por una picada chica, un vaso de exprimido de naranja y un té de vainilla y canela.

Y sin duda fue una buena decisión. La picada nos alcanzó para los dos perfectamente, tenía de todo un poco: aceitunas, palitos, chips de papa, maní, pan suave, pan tostado, jamón crudo, jamón cocido, salame, queso, dos brochetitas caprese y en deep delicioso. Repito, sin duda fue una buena decisión.

[Créditos: elhambrientolucido.blogspot.com]

 
[Créditos: elhambrientolucido.blogspot.com]


Primero llegaron el jugo y el té. Mientras esperábamos aprovechamos para hojear un libro del estante que el Gobierno de la ciudad ha colocado en varios lugares de comida. El libro: cuentos de Edgar Allan Poe.

Creo que más tardamos nosotros en decidir qué comer que la picada en llegar a nuestra mesa. Estuvo ahí, fresca llamativa y apetitosa, lista y completamente nuestra.

¿Cuánto necesitas para comer en El Gato Negro?

En cuanto a los precios, pues digamos de antemano que El Gato Negro es un lugar turísitco, por su ubicción y las curiosidades que ofrece, así que no es uno de los sitios más económicos; sin embargo, es accequible, sobretodo tomando en cuenta que es un restaurante acogedor, la atención es buena y rápida, los productos son frescos (importnate a la hora de manejar fiambre). Por ejemplo: un sandwich árabe de jamón y queso sale aprox. $22 pesos argentinos, uno de jamón crudo está por los $30 p.a., el jugo de naranja $22 p.a., el té (cantidad para dos tazas) $21 p.a. y la picada chica, con todo lo que lleva, $42 p.a. Y uno queda satisfecho de verdad.

Entonces, para visitar este lugar entre dos, necesitas un mínimo aproximado entre $70 - $80 p.a. (con propina).

¡Miau!

El Gato Negro es un lugar que te va a enamorar, por su estilo antiguo característico de la ciudad de Buenos Aires, la madera limpia y brillosa, el piso de rombos, las mesitas como para dos, la variedad de cafés, especias, frutos secos y frutas confitadas que si quieres podrás llevar al peso, los tarros de lata grandes, medianos y pequeños, negros, dorados o rojos, con el Gato Negro, sus escaleras al fondo pronunciadas como el olor a café que te recibirá cuando entres. Pero sobretodo te enamorará por la cantidad de gatos que verás, porque claro, si entras es porque seguro te gustan los gatos.

[Créditos: 06centralhostel.com]

[Créditos: elhambrientolucido.blogspot.com]

[Créditos: elhambrientolucido.blogspot.com]

[Créditos: elhambrientolucido.blogspot.com]

Curiosidad: El Gato Negro es parte de la lista de Bares Notables, de la ciudad de Buenos Aires. Fue fundado en 1926 por Victoriano López Robredo, español que pasó gran parte de su vida en Sri Lanka y quiso traer a su conocimiento de tés a esta ciudad.

El Gato Negro • Avenida Corrientes 1669, Buenos Aires, Capital Federal

N.G.

9/5/12

Para comer acompañado



[Fuente: website del Comer en compañía]

Comer en compañía, en buena compañía, es una de las cosas que más disfruto. Lo aprendí así en la mesa familiar desde la infancia, y ahora procuro practicarlo, aunque no siempre en casa.

Pese a que antes la comida no era un elemento clave en mi vida (porque literalmente no me gustaba comer y por ende no lo disfrutaba), hoy en día el momento de la comida es para mí un ritual que llevo a cabo con entera consciencia de lo que mastico, de lo que mi boca está sintiendo, de lo que mis dedos están sosteniendo o de lo que el tenedor está pinchando. Me falta más práctica eso sí. Porque creo que parte de esa consciencia es saber decidir el instante en que ya no requieres más comida, para evitar llenuras o empaches y por ende malos recuerdos de lo que en inicio te brindó placer y te alimentó.

Debo reconocer que suelo pasarme de la raya y ejercer la golosería, sobretodo si de dulces o pan se trata. Poco a poco supongo lo iré mesurando.

Ahora de lo que quiero hablar es de un sitio, que según escuché decir a la persona que nos atendió, lleva un par de años funcionando.

Comer en compañía

Lo bueno de los restaurantes, y en general de los sitios de comida en Buenos Aires, es que en la vitrina exterior siempre está el menú con los precios. Así es más fácil decidir si comer o no allí.

Caminábamos casi a las 11am ya con bastante hambre auque algo inseguros de que por esa zona halláramos un sitio de precios acordes al presupuesto de ese día. Ya acercándonos a Paseo Colón, nos llamó la atención “lo lindo” del sitio, que con una decoración hogareña, color verde y cuadritos, cuadros de flores y comida que a primera vista se veía fresquita, invitaba a pasar. Los precios eran accequibles, así que entramos.

[Fuente: website del Comer en compañía]

El lugar nos encantó. El trato por demás amable, y con mucha paciencia, que incluso se tomó la molestia de mostrarme el tamaño de las tacitas, jarros y vasos en los que podía pedir el cortado uruguayo. Lo malo fue que al inicio pedimos yogurt con frutas y muesli con muchas ganas pero lo único que tenían eran botellitas de Ser. Sin embargo, no fue razón suficiente para irnos, por lo que nos decidimos por los cortados, una integral de muzzarella y zapallo, empanada de cuatro quesos y empanada de atún. Junto con los cortaditos vinieron además 6 tostaditas semidulces y 2 minicuadritos de pastaflora. La cuenta: $48 pesos argentinos, es decir $44 + $2 de servicio a la mesa por cada uno (porque en realidad es más un sitio donde la gente pide para llevar, por eso hay 6 mesas pequeñas que además te agradecen compartir si fuera necesario).

[Fuente: website del Comer en compañía]

El tamaño de las empanadas estuvo perfecto y el sabor ni qué decir. Riquísimo todo. Y lo más importante, realmente hecho en el día, lo cual se siente al primer mordisco, difícil engañar.

La onda como ya dije es muy de hogar, campestre, folk, y eso. En cada mesa tienes una tijerita para los sobres de azúcar aunque eso es más decoración. La vajilla impecable, el sitio muy limpio, el mostrador de comida también. Además aficionados a las vacas, que son parte de la decoración, las hay de colores, flacas, gordas, realistas, en pinturas, etc. Contamos 21 en total.

En fin, Comer en compañía: altamente recomendado.


Comer en compañía • San Martín 951 • Capital Federal (Argentina) • http://www.comerencompania.com.ar/index.html


N.G.

27/1/12

Hambre lúcida en Chile

Hace poco estuve un mes en Santiago. Entre esos días el hambriento lúcido y yo nos pegamos escapadas también a la playa. Y entre tanta caminata, música y buen carrete, la lucidez nos llevó a probar algunas cositas más bien típicas.

Empanada
El primer día fui recibida con una grandiosa empanada. La verídica, la chilena, al horno y con cada ingrediente en su sitio, caliente y bien grande como para estar segura de que la decisión de viajar 24 horas de Argentina a Chile había valido la pena.

Y aunque hay variedad de empanadas en Chile, esta suele ser la más popular: masa de harina de trigo, y un relleno de carne molida sofrita con cebolla, condimentada con ají y comino y acompañada de una aceituna negra, un cuartito de huevo dura y una pasa de uva. Así que si está en Santiago, por favor se lo pido, no se niegue a este placer gastronómico.

Mote con huesillo
Esto era algo que desde hace mucho tiempo esperaba: el gran mote con huesillo en el mismísimo Santiago. Mis madre, eterna enamorada de Chile, logró hacer que lo probara en casa, sin embargo, nada mejor que tomarse un vasito de esta bebida refrescante comprado directamente en un carrito ambulante, bajo el sol de Santiago y con un hermoso santiaguino a mi lado. Eso no tiene precio.

¿Y qué es esto? Consiste en una mezcla de jugo acaramelado, con mote de trigo y duraznos deshidratados (en general sin cuesco), a los que les llaman huesillos.

La Vega
Es el gran mercado de abastos de la ciudad de Santiago, ubicado en un sector central de la ciudad, muy cerca de la estación Mapocho. Usted nada más pregunte en algún puestito de sopaipilla: ¿Para llegar a la vega, por dónde tengo que ir? Y seguro una buena chilena se lo dirá con detalle y llegará sin perderse.

Yo quedé encantada con las maravillas que ofrece La Vega. Frutas, vegetales, mariscos, almuerzos económicos, dulces, conservas, y más, a precios no-turísticos. Ahí fue donde almorzamos con gran lucidez y hambre un menú bien hogareño: puré de papas, pescado frito, ensalada fresca y un caldo calientito de hierbitas. No recuerdo el precio exacto pero aseguro que todo a menos de 5000 pesos chilenos.

De paso como postre compramos un gran kilo de cerezas a 1200 pesos.
Por ahora dejo hasta acá el recorrido por Chile, pero se vendrá una segunda parte.


N.G.